Elizam Escobar
(entrevista hecha en 18-julio-2003)
Bueno, yo estudié, claro, en las escuelas públicas, desde la escuela elemental hasta la Universidad de Puerto Rico, y estuve, creo que dos años, en la Universidad Católica de Bayamón… pero básicamente la experiencia mía en términos de (mi instrucción primaria) fue en las escuelas públicas del país y… bueno, yo no recuerdo todos los nombres, pero en Ponce yo estuve en distintas escuelas elementales, en la Alexis Graham, en la Barbosa, en una escuela en Villa Grillasca… luego en Bayamón en la Luis Muñoz Rivera y en la escuela Cervantes, de Lomas Verdes. Esa ha sido la travesía, a través de... esa ha sido mi experiencia.
No creo que haya forma de comparar, porque si hubiera estado en otros sistemas de educación pública, entonces podría hacer la comparación. Yo di clase en las escuelas públicas de la ciudad de New York en la época del Setenta… yo diría que el sistema de educación en Puerto Rico ha pasado por muchas etapas, pero básicamente tiene el currículo que está hecho a la medida, o refleja al menos, cierta interpretación de nuestra historia, de nuestra cultura… y creo que en ese sentido tiene unas desventajas, como todo sistema educativo en una estructura colonial… en el caso del idioma español, por ejemplo, es difícil poder desarrollarlo a plenitud por el problema político, que se refleja en todo. Pero creo que comparado a, digamos, las escuelas privadas, la escuela pública es el sitio donde yo enviaría a mis hijos. Es el sitio a donde va la mayor parte de los puertorriqueños, es el sitio real donde se pueden vivir las contradicciones de nuestra sociedad -y se puede aprender de eso hasta cierto punto- y también, entendiendo otra cosa que es bien importante, y es que en la composición de los maestros, que son los que eventualmente determinan qué es lo que se enseña, ha habido un cambio cualitativo en la formación de los maestros de las escuelas públicas. Ha habido un énfasis en tratar de desarrollar el conocimiento de nuestra cultura, de nuestra historia. Claro, yo no estoy familiarizado con el currículo contemporáneo, actual, no sabría evaluar…
Por ejemplo, el curso de Historia de Puerto Rico, que anteriormente era un semestre, cuando yo lo cogí en la escuela superior, no era suficiente, para uno poder entender y saber de qué se trata todo esto, quiénes somos nosotros… pero sí entiendo que en la Universidad de Puerto Rico el curso dura un año… y yo pensaría que es necesario hacer un énfasis mayor en las áreas que tienen que ver con nuestra historia y nuestra cultura. Uno, claro, no podría ser demasiado optimista, porque las estructuras están agobiadas por el problema del status político, que lo permea todo, y hasta que eso no se resuelva, yo creo que ninguna de las estructuras, excepto las que tienen que ver con la cultura en Puerto Rico, que se han destacado en defender la puertorriqueñidad, y defender el espacio para crear, cultivar, exponer, etcétera, todo lo que se hace aquí en términos culturales, desde lo artesanal, las artes plásticas, la escritura, la poesía, etcétera… (se queda pensativo)
Uno siempre tiene imágenes de maestros, maestras, en la infancia, y en las otras edades. Por ejemplo, una maestra que tuve en la escuela elemental en Bayamón, como en sexto grado, la Sra. Calderón… me ayudó mucho, como que me auspició y fomentó en mí el interés por el arte… yo diría que para mí fue la primera maestra de arte importante. Hubo un certamen que existía en Bayamón en las escuelas elementales… yo hice un paisaje del cañaveral, porque cuando yo vivía en Ponce, detrás de la casa había un cañaveral… esa obra -no recuerdo bien si la hice en tiza- ganó el primer premio en ese certamen de las escuelas elementales… y eso fue como que un momento importante, significativo en que se valora el trabajo de uno, y eso me dio un interés especial en seguir cultivando el dibujo, especialmente.
Desde pequeño, ya en Ponce, yo me destacaba por el dibujo, en mi escuela, aunque a veces me destacaba negativamente, pero siempre me gustaba el dibujo, y con otros grupos de amigos hacíamos pasquines, y esos tipos de cosas, pero siempre estaba dibujando. Pero fue en el sexto grado, en esa experiencia, en que hubo como que un momento especial… que me dio un poco más de motivación. A lo mejor, mirando hacia atrás, en el momento, no creí que eso fuera el caso, pero durante la escuela superior, y en la intermedia, pues, yo seguí interesado en el arte, y estaba siempre en las clases de arte que ofrecían, que no eran muchas, era básicamente una clase… pero eso pesó mucho en mi desarrollo posterior, la experiencia en el sexto grado.
Yo creo que el proceso no fue ni lineal, ni como una espiral. Tuvo bastantes retrocesos, y mucho repensamiento sobre la labor artística… pero lo que realmente a mí me inspiró, después que yo me gradué de escuela superior, fueron algunos pintores puertorriqueños, cuyas obras a mi me sorprendían, cómo ellos podían expresar la realidad nuestra, construirla, y para lo cual la lectura no se podía agotar.
Cuando yo llegué a la Universidad de Puerto Rico, la decisión mía de yo entrar en el Departamento de Bellas Artes fue una decisión un poco paradójica, irónica, porque… lo que yo verdaderamente tenía interés en ese momento era el diseño de zapatos. Yo pensaba ya, desde ese momento, que la pintura, y las bellas artes, y las artes plásticas era algo del pasado, algo de los museos, y el interés mío era más bien con la imagen gráfica, la imagen sintética, y en el sentido de que siempre me gustó… los zapatos era una de las partes de la vestimenta era con las cuales yo más me identificaba. Pensé que podía ser eso, pero no había ninguna oportunidad en Puerto Rico para estudiar el diseño de zapatos, solamente en Europa, quizá. Como yo tenía que decidirme, para entrar a Bellas Artes, y como yo estar involucrado en la lucha estudiantil, ir al colegio de Ciencias Sociales era algo redundante para mí. Cuando decidí entrar en Bellas Artes lo que más me interesaba era la pintura. En ese momento la pintura estaba en un nivel donde lo conceptual era más dominante que la manufactura misma, la parte más plástica. Para mí, también muchos de los maestros, pintores puertorriqueños, no estaban en la Universidad… así que había cierto desbalance en lo que yo quería estudiar y en lo que se ofrecía en la Universidad, pero fue una experiencia bien importante, tanto en términos teóricos como de taller, que me preparó para seguir, porque yo pienso que es en la práctica como uno aprende el oficio de pintor. En ese sentido, cuando yo me trasladé a la ciudad de New York tuve otras experiencias y otros estudios que ayudaron a completar la experiencia que tuve en Puerto Rico.
Por el hecho de que en Puerto Rico, en este caso, la lucha por la independencia se transmite de generación en generación, en el caso mío, yo soy parte de una tercera generación, y tenía una escuela en la casa, en mi hogar… y en otras actividades que yo asistía desde pequeño, y en lecturas, fuera de la escuela… pero yo pienso que, no solo en Puerto Rico, sino en cualquier país, cualquier individuo, como cualquier colectivo, porque están unidos lo individual y lo colectivo, uno tiene que tener una conciencia de uno, tener una conciencia de los otros, y si uno no tiene eso, comenzando con uno, y uno no lo tiene claro, es más difícil poder acercarse a los otros, poder comprender a los otros. Yo creo que en el caso nuestro, que es bien especial, particular, único, nosotros tenemos que recurrir, siempre que estamos hablando de arte, cultura, lo que sea, a nuestra realidad histórica, social y política, porque si no entendemos eso, estaríamos hablando en el vacío, flotando. Entonces creo que todos los países del mundo, como todas las sociedades, tienen que partir de ella para elevarse y llegar hasta donde tengan que llegar… si uno llega a Júpiter, chévere. Pero uno no puede asumir la universalidad, la internacionalidad, si uno no parte de la realidad de uno. Si uno no es libre, ¿entiendes? Sin embargo, dentro de una estructura de opresión, de sujeción, uno siempre puede cultivar una práctica de libertad, uno puede ser hasta más libre que mucha gente que vive en repúblicas independientes. Y eso yo lo he comprobado, no solamente en la experiencia en Estados Unidos, en New York, que es una ciudad cosmopolita, pero también en las prisiones federales, donde yo me encontré con gente de todos los sitios del mundo. O sea, lo que se puede considerar como la mentalidad colonial es algo bien universal, pero en el caso nuestro, nosotros tenemos que resolver este lío estructural de status para poder entonces desarrollarnos a lo que nosotros consideremos que es lo mejor para nosotros. En ese sentido, todo lo otro no se puede ver aislado de esa problemática.
Se viven dos realidades en Puerto Rico: la estructura colonial, y la Nación. Nosotros somos una nación, y somos una nación bajo estructuras coloniales, pero hay personas artistas, por ejemplo, intelectuales, que viven más la colonia que la nación; hay otros artistas intelectuales que viven más la nación que la colonia, hay otros que viven o una o la otra, y están enajenados de una o la otra, y verdaderamente no creo que puedan hacer unas conexiones saludables, en donde su práctica como artista, pueda abordar esa problemática de la forma más saludable, más vigorosa, más poderosa. En ese sentido es difícil no hablar de eso, porque uno quisiera superar eso, dejarlo atrás, pero la única forma de dejarlo atrás, de superarlo, es mantener esa conciencia, y de ahí partir… como si fuésemos libres e independientes, como si fuera una independencia que existe dentro de las estructuras coloniales.
Haciendo una conexión con la cuestión educativa, lo importante para mí es tener conciencia, crear conciencia, y darse cuenta de la realidad, de las distintas esferas, los distintos procesos, prácticas, por eso, si uno sabe de qué se trata la práctica de cómo ser independiente como individuo, y tratar de desarrollar unos principios sobre la libertad: la libertad de expresión, la libertad de pensamiento, no importa donde uno esté, uno va a seguir siendo eso. Claro, uno está en unas condiciones distintas, y hay unos límites distintos. Para mí, el tiempo que yo estuve en prisión que fueron veinte años, que es bastante tiempo para uno conocer eso, yo comparo la salida mía a Puerto Rico, en 1999, de fue salir de la prisión de la que estamos hablando, la clasifico como salir de una prisión cerrada. Puerto Rico mismo es como una prisión abierta. La gente vive con miedos, vive encerrada. La ola de criminalidad… la gente vive en un terror, no sería saludable llamarlo una sociedad donde la gente vive sin ese miedo. También hay una cultura del miedo que va paralela a esta…. Entonces, quiere decir que el lugar determina esos límites, de movimiento, de expresión, etcétera. En la prisión yo tuve que hacer una decisión: qué era lo que yo podía hacer allá adentro. Con las oportunidades que había yo comencé a enfocarme, continuar la educación, los estudios, hacer lo que se pudiera hacer en cada prisión, porque eran muchas prisiones, para poder seguir pintando, escribiendo, comencé a escribir más… pero lo importante era no perder la perspectiva, según la conciencia mía en ese momento, de que yo estaba allí por unas razones específicas. No era solamente sobrevivir la experiencia, sino sobrevivirla para algo que pudiera trascender esa experiencia. En el caso mío, la capacidad mía era poder desarrollar la pintura y la escritura para poder, de alguna forma compartir, intercambiar esa experiencia en la prisión con la gente afuera… una forma de llegar a la gente de afuera. Eso fue lo que hice en todos esos años, en eso me enfoqué, además de hacer otras cosas más de diario, como hacer ejercicio, ese tipo de cosa.
Pienso que no es tan diferente como cuando uno está afuera… el problema es que uno siempre habla de afuera y adentro, cuando uno está adentro. Todos los presos siempre están pensando, no importa si tienen cadena perpetua, siempre sueñan con la libertad; es una cuestión bastante universal. Si uno lee, por ejemplo, La Casa de los Muertos de Dostoyevski, que la escribió hace más de un siglo, él decía precisamente eso, en su experiencia en Siberia. Él decía que los presos, no importa si estuvieran encadenados de cara hacia las paredes, hasta que se murieran, siempre soñaban con la libertad. Eso quiere decir que la libertad tiene una importancia primordial en la vida humana, y algunas veces, cuando uno la pierde en el sentido más general de la palabra, pues entonces uno le da la importancia que nunca le había dado antes. Cuando uno está luchando por una forma de libertad, por la independencia de tu país, por ejemplo, uno tiene que mantener esa perspectiva y añadir a esa experiencia. Porque mucha gente habla de libertad, pero es como un signo, y ese signo se transforma en una tabla de contenido: por ejemplo, “libertad significa (esto)”. Pero, verdaderamente, la libertad real, la que nosotros construimos, la que se puede ver en muchas formas o procesos, es la que nosotros verdaderamente podemos, en la experiencia, intercambiarla, de ser de una forma intelectual, en términos de exigencias, en términos de la experiencia de cada uno, pero también en la forma simbólica, que pienso que es la forma que puede al mayor número de personas.
Por eso pienso, en ese sentido, que el arte es el límite de la libertad. La expresión, el lenguaje, el pensamiento artístico… después de eso no hay más nada. Eso quiere decir que si a través de un poema, una pintura, una obra de teatro, una película, cualquier expresión artística, pone a uno a pensar, a cobrar conciencia de un montón de cosas que uno no las ve bien… es como en el sueño, en el que uno puede ver ciertas cosas, hasta resolver problemas que uno incluso no les ve solución en la vida. Es como la vigilia…
Precisamente, hablando de la educación pública, pienso que toda la educación debiera ser pública para que todo el mundo tuviera acceso igual a las instituciones de la educación… eso no quiere decir que el sistema de educación pública en un momento dado no sea como tiene que ser, pero lo que quiero decir es que la educación debe estar abierta a todos los miembros de la sociedad. Debería estar encaminada a poder formar verdaderamente ciudadanos libres, lo que es redundante, porque ser ciudadano quiere decir precisamente ser libre… o debiera serlo.
En el caso de la Escuela de Artes Plásticas, donde yo he sido profesor durante los pasados tres años y medio, la experiencia ha sido bien positiva. Para mi ha sido como ser un pez dentro del agua. En el sentido en que uno está formando artistas, tanto en el oficio como en las ideas; ya sea en términos de teoría, o conceptuales, lo importante para mí es que el individuo aprenda a pensar, o piense por sí mismo. Y al hacer eso, luego pueda independizarse de cualquier maestro, institución, etcétera. Puede mantener los lazos, pero es para mí importante que pueda ser un individuo que piense, que pueda tomar decisiones, que tenga una visión crítica, que pueda ver la relación entre el proceso artístico y los demás procesos de la sociedad. Que pueda ver la relación entre el arte en todas sus manifestaciones, y la dimensión artística que existe en todos los seres humanos, independientemente que si hacen obras artísticas o no. Porque hay una necesidad de representar la realidad, y eso pasa en todos los seres humanos. Entonces, cuando uno entiende esas conexiones, creo que uno puede entonces cultivar mejor eso que llamamos la libertad, la independencia de criterio, y mantener el lazo con la colectividad, con los otros, porque cuando uno piensa por uno mismo, uno también necesita ponerse en el lugar del otro. Quién es el otro, y cómo piensa el otro, para que pueda haber un entendimiento mejor. Y luego, aprender a manejar las consecuencias de esos pensamientos y actos, porque si uno no está dispuesto a bregar con las consecuencias, sean negativas o positivas, uno no ha aprendido a pensar verdaderamente, porque ha desligado el pensamiento de los actos… la teoría de la práctica. Más o menos esos tres conceptos, pensar por uno mismo, ponerse en el lugar del otro, y aprender a llegar hasta las últimas consecuencias, como decía el filósofo Emmanuel Kant, creo que no haya cambiado mucho en el mundo contemporáneo de otros, no importa los cambios que hayan ocurrido intelectuales, culturales, científicos, etcétera. Para mí, lo que yo considero importante como profesor es eso. Para mí, los educadores tienen el deber de buscar que los estudiantes puedan desarrollar las habilidades de que puedan pensar por si mismos. Claro, dándole uno las distintas perspectivas, ángulos, etcétera.
No creo, ni me interesa convencer a nadie de las ideas mías. No me interesa tener discípulos, verdaderamente me interesa tener estudiantes. No quiero que me sigan a mí y que traten de seguir los pasos del maestro. Si lo hacen, no tengo control de eso, pero lo que es importante es abrirle el pensamiento, las posibilidades, las variaciones, las relaciones que han existido entre el proceso artístico y los otros procesos humanos, para que los estudiantes puedan, por ellos mismos, cultivar esa visión crítica, esa percepción, esa conceptualización, para que puedan forjar una obra, que tenga significado, y que no sea meramente mercancías que se venden, u obras que reflejan la ultima moda, o cosas que verdaderamente no tienen una base en la realidad que vivimos nosotros.
Uno nunca debe olvidar la experiencia de uno como estudiante. Porque unas veces uno ve al estudiante como si uno nunca lo hubiera sido, y vemos solamente lo negativo, y las características propias de una generación, y olvida que uno también fue parte de una generación joven. Creo que los estudiantes en Puerto Rico --y en mi caso, los de la Escuela de Artes Plásticas- reflejan un estado bastante global de la situación en las sociedades contemporáneas, en relación a las tecnologías, en relación a la disciplina de la lectura… veo que hay menos interés en leer en el presente que lo que había en la generación mía y en las generaciones anteriores. Eso es un problema, porque los estudiantes no tienen el interés, la motivación, el tiempo… algunas veces, en la escuela hay estudiantes que trabajan, tienen dos trabajos, y la transportación, sabemos como es en Puerto Rico… todas esas circunstancias determinan el tiempo accesible para dedicarlo al estudio. El otro problema que existe es la asistencia a clases. Hay muchas ausencias. Cuando yo regresé a Puerto Rico, noté que para muchos el jueves se convirtió en viernes. El jueves es el último día de clases; si tienes clases los viernes, la asistencia va a ser bien pobre. Todo eso va a determinar si el genio de estos estudiantes, si el potencial de ellos se va a cuajar. Porque uno no es artista solamente por el hecho de que tenga una habilidad, sino tiene que cultivarla. En todas las escuelas de arte siempre hay un por ciento muy bajito de artistas que van a continuar y ser “artistas serios.” Otros van a entrar a otras ramas, necesarias también. Sin embargo, uno siempre debe tener eso en cuenta para no despistarse, perder la perspectiva, y darle la oportunidad a todo el mundo. Luego cada estudiante va a decidir su destino: cómo va a ser su vida y su trayectoria.
Ahora, yo creo que en Puerto Rico tenemos, y creo que no hay mucha diferencia en el sentido del potencial de los estudiantes. Digo esto porque yo lo he observado en otras escuelas de arte donde yo he estado, inclusive en el Instituto de Arte de Chicago, que es una de las escuelas más prestigiosas. La diferencia entre las facilidades que hay, entre una y otra son intensas. Chicago es una ciudad que, aunque está en el centro de los Estados Unidos, alguna gente la llama provincial, aunque tiene más oportunidad y es más cosmopolita, que, digamos, el Viejo San Juan. Sin embargo, creo que en términos de potencial no hay mucha diferencia. Creo que tenemos tan buenos estudiantes en Puerto Rico como en cualquier parte del mundo, y con un potencial inmenso. A veces creo que las exhibiciones de estudiantes son mejores que las exhibiciones que hacen los artistas ya profesionales, porque hay una efervescencia… hay algo de naiveté, pero también hay una frescura, una inventiva, que no se nota en muchas otras exhibiciones, hay más vida en éstas. Yo creo que el material humano es excelente, lo que pasa es que los otros aspectos, las circunstancias, tienen un peso muy grande, y es lo que yo te dije: el decaimiento de la práctica de la lectura, el ausentismo, la necesidad que el estudiante tenga que para trabajar, la transportación… todo eso hace que las posibilidades sean menos que las que pudieran tener.
Yo coincido con una teoría de la educación que dice que cada individuo tiene unas necesidades específicas, especiales. Que no todo el mundo tiene un desarrollo igual. Yo creo en un desarrollo desigual: las sociedades, los individuos, etcétera, los tienen. Si el profesor tiene conciencia de eso, va a entender que lo importante es que tú le des una orientación a cada estudiante, de acuerdo a sus intereses, de acuerdo a su estilo, de acuerdo a sus preferencias, y que tú le puedas expandir el marco de posibilidades. En ese sentido, la motivación puede ser el profesor mismo. Puede ser que los estudiantes puedan aprender unos de otros… yo creo que todo está en cómo el profesor maneje todas las estrategias de enseñanza, ponerlas a funcionar de acuerdo a las necesidades específicas de cada clase, de cada estudiante, y del momento histórico.
Por ejemplo, si hay un tema específico que uno piensa que lo estudiantes tendrían interés en desarrollar… Por ejemplo, en una de mis clases yo sugerí el tema de la guerra, que estaba en la conciencia y la mente de de la gente. Entonces los estudiantes desarrollaron obras, tuvimos sesiones de crítica, para ver si la creación era demasiado literal, y entonces no podía tener algo que tuviera un sentido más metafórico,… yo creo que todo eso motiva a los estudiantes, para que ellos puedan ver el arte, no solamente como algo de galería, ser un artista “de cuadritos,” sino como una fuerza de influencia en el pensamiento, en la conciencia de una sociedad.
Yo no tengo verdaderamente… no puedo decir que tenga un pintor favorito. Podría decir que en Puerto Rico, el pintor, como pintor, que puedo decir que más me ha tocado, ha sido Carlos Raquel Rivera… pero hay un montón de pintores y pintoras… porque creo que en Puerto Rico creo que las pintoras son mejores que los pintores, especialmente las jóvenes…. Creo que hay muchos, pero creo que en términos de mi desarrollo, en términos del desarrollo de las imágenes, el color, la cuestión nacional, y cómo se inserta en el arte universal, Carlos Raquel es el que más me ha interesado. Desde luego, hay otros que para mí han tenido un interés especial.
Entre los autores, escritores, poetas, me pasa lo mismo. En mi experiencia personal yo estuve muy cerca a Juan Antonio Corretjer, porque yo estaba en la Liga Socialista, en mis años de estudiante, y eso ocupó una experiencia muy importante, bien significativa. La poesía de él es una de las más importantes, efectivas, significativas que recoge los aspectos importantes de nuestra historia, y, en términos de la musicalización también ha sido bien significativo… pero en general, yo tengo muchas amistades, poetas, novelistas, a quienes yo admiro, y respeto su poesía. Iván Silén, Ché (Joserramón) Meléndez, entre los contemporáneos… en términos de los otros escritores puertorriqueños, hay una gama de novelistas y poetas que han sido muy importantes en Puerto Rico…. Pero no tengo un favorito tampoco.
La clase que yo más detesté… en la universidad de Puerto Rico: biología, y fue bastante.. (ríe)
Bueno, yo estudié, claro, en las escuelas públicas, desde la escuela elemental hasta la Universidad de Puerto Rico, y estuve, creo que dos años, en la Universidad Católica de Bayamón… pero básicamente la experiencia mía en términos de (mi instrucción primaria) fue en las escuelas públicas del país y… bueno, yo no recuerdo todos los nombres, pero en Ponce yo estuve en distintas escuelas elementales, en la Alexis Graham, en la Barbosa, en una escuela en Villa Grillasca… luego en Bayamón en la Luis Muñoz Rivera y en la escuela Cervantes, de Lomas Verdes. Esa ha sido la travesía, a través de... esa ha sido mi experiencia.
No creo que haya forma de comparar, porque si hubiera estado en otros sistemas de educación pública, entonces podría hacer la comparación. Yo di clase en las escuelas públicas de la ciudad de New York en la época del Setenta… yo diría que el sistema de educación en Puerto Rico ha pasado por muchas etapas, pero básicamente tiene el currículo que está hecho a la medida, o refleja al menos, cierta interpretación de nuestra historia, de nuestra cultura… y creo que en ese sentido tiene unas desventajas, como todo sistema educativo en una estructura colonial… en el caso del idioma español, por ejemplo, es difícil poder desarrollarlo a plenitud por el problema político, que se refleja en todo. Pero creo que comparado a, digamos, las escuelas privadas, la escuela pública es el sitio donde yo enviaría a mis hijos. Es el sitio a donde va la mayor parte de los puertorriqueños, es el sitio real donde se pueden vivir las contradicciones de nuestra sociedad -y se puede aprender de eso hasta cierto punto- y también, entendiendo otra cosa que es bien importante, y es que en la composición de los maestros, que son los que eventualmente determinan qué es lo que se enseña, ha habido un cambio cualitativo en la formación de los maestros de las escuelas públicas. Ha habido un énfasis en tratar de desarrollar el conocimiento de nuestra cultura, de nuestra historia. Claro, yo no estoy familiarizado con el currículo contemporáneo, actual, no sabría evaluar…
Por ejemplo, el curso de Historia de Puerto Rico, que anteriormente era un semestre, cuando yo lo cogí en la escuela superior, no era suficiente, para uno poder entender y saber de qué se trata todo esto, quiénes somos nosotros… pero sí entiendo que en la Universidad de Puerto Rico el curso dura un año… y yo pensaría que es necesario hacer un énfasis mayor en las áreas que tienen que ver con nuestra historia y nuestra cultura. Uno, claro, no podría ser demasiado optimista, porque las estructuras están agobiadas por el problema del status político, que lo permea todo, y hasta que eso no se resuelva, yo creo que ninguna de las estructuras, excepto las que tienen que ver con la cultura en Puerto Rico, que se han destacado en defender la puertorriqueñidad, y defender el espacio para crear, cultivar, exponer, etcétera, todo lo que se hace aquí en términos culturales, desde lo artesanal, las artes plásticas, la escritura, la poesía, etcétera… (se queda pensativo)
Uno siempre tiene imágenes de maestros, maestras, en la infancia, y en las otras edades. Por ejemplo, una maestra que tuve en la escuela elemental en Bayamón, como en sexto grado, la Sra. Calderón… me ayudó mucho, como que me auspició y fomentó en mí el interés por el arte… yo diría que para mí fue la primera maestra de arte importante. Hubo un certamen que existía en Bayamón en las escuelas elementales… yo hice un paisaje del cañaveral, porque cuando yo vivía en Ponce, detrás de la casa había un cañaveral… esa obra -no recuerdo bien si la hice en tiza- ganó el primer premio en ese certamen de las escuelas elementales… y eso fue como que un momento importante, significativo en que se valora el trabajo de uno, y eso me dio un interés especial en seguir cultivando el dibujo, especialmente.
Desde pequeño, ya en Ponce, yo me destacaba por el dibujo, en mi escuela, aunque a veces me destacaba negativamente, pero siempre me gustaba el dibujo, y con otros grupos de amigos hacíamos pasquines, y esos tipos de cosas, pero siempre estaba dibujando. Pero fue en el sexto grado, en esa experiencia, en que hubo como que un momento especial… que me dio un poco más de motivación. A lo mejor, mirando hacia atrás, en el momento, no creí que eso fuera el caso, pero durante la escuela superior, y en la intermedia, pues, yo seguí interesado en el arte, y estaba siempre en las clases de arte que ofrecían, que no eran muchas, era básicamente una clase… pero eso pesó mucho en mi desarrollo posterior, la experiencia en el sexto grado.
Yo creo que el proceso no fue ni lineal, ni como una espiral. Tuvo bastantes retrocesos, y mucho repensamiento sobre la labor artística… pero lo que realmente a mí me inspiró, después que yo me gradué de escuela superior, fueron algunos pintores puertorriqueños, cuyas obras a mi me sorprendían, cómo ellos podían expresar la realidad nuestra, construirla, y para lo cual la lectura no se podía agotar.
Cuando yo llegué a la Universidad de Puerto Rico, la decisión mía de yo entrar en el Departamento de Bellas Artes fue una decisión un poco paradójica, irónica, porque… lo que yo verdaderamente tenía interés en ese momento era el diseño de zapatos. Yo pensaba ya, desde ese momento, que la pintura, y las bellas artes, y las artes plásticas era algo del pasado, algo de los museos, y el interés mío era más bien con la imagen gráfica, la imagen sintética, y en el sentido de que siempre me gustó… los zapatos era una de las partes de la vestimenta era con las cuales yo más me identificaba. Pensé que podía ser eso, pero no había ninguna oportunidad en Puerto Rico para estudiar el diseño de zapatos, solamente en Europa, quizá. Como yo tenía que decidirme, para entrar a Bellas Artes, y como yo estar involucrado en la lucha estudiantil, ir al colegio de Ciencias Sociales era algo redundante para mí. Cuando decidí entrar en Bellas Artes lo que más me interesaba era la pintura. En ese momento la pintura estaba en un nivel donde lo conceptual era más dominante que la manufactura misma, la parte más plástica. Para mí, también muchos de los maestros, pintores puertorriqueños, no estaban en la Universidad… así que había cierto desbalance en lo que yo quería estudiar y en lo que se ofrecía en la Universidad, pero fue una experiencia bien importante, tanto en términos teóricos como de taller, que me preparó para seguir, porque yo pienso que es en la práctica como uno aprende el oficio de pintor. En ese sentido, cuando yo me trasladé a la ciudad de New York tuve otras experiencias y otros estudios que ayudaron a completar la experiencia que tuve en Puerto Rico.
Por el hecho de que en Puerto Rico, en este caso, la lucha por la independencia se transmite de generación en generación, en el caso mío, yo soy parte de una tercera generación, y tenía una escuela en la casa, en mi hogar… y en otras actividades que yo asistía desde pequeño, y en lecturas, fuera de la escuela… pero yo pienso que, no solo en Puerto Rico, sino en cualquier país, cualquier individuo, como cualquier colectivo, porque están unidos lo individual y lo colectivo, uno tiene que tener una conciencia de uno, tener una conciencia de los otros, y si uno no tiene eso, comenzando con uno, y uno no lo tiene claro, es más difícil poder acercarse a los otros, poder comprender a los otros. Yo creo que en el caso nuestro, que es bien especial, particular, único, nosotros tenemos que recurrir, siempre que estamos hablando de arte, cultura, lo que sea, a nuestra realidad histórica, social y política, porque si no entendemos eso, estaríamos hablando en el vacío, flotando. Entonces creo que todos los países del mundo, como todas las sociedades, tienen que partir de ella para elevarse y llegar hasta donde tengan que llegar… si uno llega a Júpiter, chévere. Pero uno no puede asumir la universalidad, la internacionalidad, si uno no parte de la realidad de uno. Si uno no es libre, ¿entiendes? Sin embargo, dentro de una estructura de opresión, de sujeción, uno siempre puede cultivar una práctica de libertad, uno puede ser hasta más libre que mucha gente que vive en repúblicas independientes. Y eso yo lo he comprobado, no solamente en la experiencia en Estados Unidos, en New York, que es una ciudad cosmopolita, pero también en las prisiones federales, donde yo me encontré con gente de todos los sitios del mundo. O sea, lo que se puede considerar como la mentalidad colonial es algo bien universal, pero en el caso nuestro, nosotros tenemos que resolver este lío estructural de status para poder entonces desarrollarnos a lo que nosotros consideremos que es lo mejor para nosotros. En ese sentido, todo lo otro no se puede ver aislado de esa problemática.
Se viven dos realidades en Puerto Rico: la estructura colonial, y la Nación. Nosotros somos una nación, y somos una nación bajo estructuras coloniales, pero hay personas artistas, por ejemplo, intelectuales, que viven más la colonia que la nación; hay otros artistas intelectuales que viven más la nación que la colonia, hay otros que viven o una o la otra, y están enajenados de una o la otra, y verdaderamente no creo que puedan hacer unas conexiones saludables, en donde su práctica como artista, pueda abordar esa problemática de la forma más saludable, más vigorosa, más poderosa. En ese sentido es difícil no hablar de eso, porque uno quisiera superar eso, dejarlo atrás, pero la única forma de dejarlo atrás, de superarlo, es mantener esa conciencia, y de ahí partir… como si fuésemos libres e independientes, como si fuera una independencia que existe dentro de las estructuras coloniales.
Haciendo una conexión con la cuestión educativa, lo importante para mí es tener conciencia, crear conciencia, y darse cuenta de la realidad, de las distintas esferas, los distintos procesos, prácticas, por eso, si uno sabe de qué se trata la práctica de cómo ser independiente como individuo, y tratar de desarrollar unos principios sobre la libertad: la libertad de expresión, la libertad de pensamiento, no importa donde uno esté, uno va a seguir siendo eso. Claro, uno está en unas condiciones distintas, y hay unos límites distintos. Para mí, el tiempo que yo estuve en prisión que fueron veinte años, que es bastante tiempo para uno conocer eso, yo comparo la salida mía a Puerto Rico, en 1999, de fue salir de la prisión de la que estamos hablando, la clasifico como salir de una prisión cerrada. Puerto Rico mismo es como una prisión abierta. La gente vive con miedos, vive encerrada. La ola de criminalidad… la gente vive en un terror, no sería saludable llamarlo una sociedad donde la gente vive sin ese miedo. También hay una cultura del miedo que va paralela a esta…. Entonces, quiere decir que el lugar determina esos límites, de movimiento, de expresión, etcétera. En la prisión yo tuve que hacer una decisión: qué era lo que yo podía hacer allá adentro. Con las oportunidades que había yo comencé a enfocarme, continuar la educación, los estudios, hacer lo que se pudiera hacer en cada prisión, porque eran muchas prisiones, para poder seguir pintando, escribiendo, comencé a escribir más… pero lo importante era no perder la perspectiva, según la conciencia mía en ese momento, de que yo estaba allí por unas razones específicas. No era solamente sobrevivir la experiencia, sino sobrevivirla para algo que pudiera trascender esa experiencia. En el caso mío, la capacidad mía era poder desarrollar la pintura y la escritura para poder, de alguna forma compartir, intercambiar esa experiencia en la prisión con la gente afuera… una forma de llegar a la gente de afuera. Eso fue lo que hice en todos esos años, en eso me enfoqué, además de hacer otras cosas más de diario, como hacer ejercicio, ese tipo de cosa.
Pienso que no es tan diferente como cuando uno está afuera… el problema es que uno siempre habla de afuera y adentro, cuando uno está adentro. Todos los presos siempre están pensando, no importa si tienen cadena perpetua, siempre sueñan con la libertad; es una cuestión bastante universal. Si uno lee, por ejemplo, La Casa de los Muertos de Dostoyevski, que la escribió hace más de un siglo, él decía precisamente eso, en su experiencia en Siberia. Él decía que los presos, no importa si estuvieran encadenados de cara hacia las paredes, hasta que se murieran, siempre soñaban con la libertad. Eso quiere decir que la libertad tiene una importancia primordial en la vida humana, y algunas veces, cuando uno la pierde en el sentido más general de la palabra, pues entonces uno le da la importancia que nunca le había dado antes. Cuando uno está luchando por una forma de libertad, por la independencia de tu país, por ejemplo, uno tiene que mantener esa perspectiva y añadir a esa experiencia. Porque mucha gente habla de libertad, pero es como un signo, y ese signo se transforma en una tabla de contenido: por ejemplo, “libertad significa (esto)”. Pero, verdaderamente, la libertad real, la que nosotros construimos, la que se puede ver en muchas formas o procesos, es la que nosotros verdaderamente podemos, en la experiencia, intercambiarla, de ser de una forma intelectual, en términos de exigencias, en términos de la experiencia de cada uno, pero también en la forma simbólica, que pienso que es la forma que puede al mayor número de personas.
Por eso pienso, en ese sentido, que el arte es el límite de la libertad. La expresión, el lenguaje, el pensamiento artístico… después de eso no hay más nada. Eso quiere decir que si a través de un poema, una pintura, una obra de teatro, una película, cualquier expresión artística, pone a uno a pensar, a cobrar conciencia de un montón de cosas que uno no las ve bien… es como en el sueño, en el que uno puede ver ciertas cosas, hasta resolver problemas que uno incluso no les ve solución en la vida. Es como la vigilia…
Precisamente, hablando de la educación pública, pienso que toda la educación debiera ser pública para que todo el mundo tuviera acceso igual a las instituciones de la educación… eso no quiere decir que el sistema de educación pública en un momento dado no sea como tiene que ser, pero lo que quiero decir es que la educación debe estar abierta a todos los miembros de la sociedad. Debería estar encaminada a poder formar verdaderamente ciudadanos libres, lo que es redundante, porque ser ciudadano quiere decir precisamente ser libre… o debiera serlo.
En el caso de la Escuela de Artes Plásticas, donde yo he sido profesor durante los pasados tres años y medio, la experiencia ha sido bien positiva. Para mi ha sido como ser un pez dentro del agua. En el sentido en que uno está formando artistas, tanto en el oficio como en las ideas; ya sea en términos de teoría, o conceptuales, lo importante para mí es que el individuo aprenda a pensar, o piense por sí mismo. Y al hacer eso, luego pueda independizarse de cualquier maestro, institución, etcétera. Puede mantener los lazos, pero es para mí importante que pueda ser un individuo que piense, que pueda tomar decisiones, que tenga una visión crítica, que pueda ver la relación entre el proceso artístico y los demás procesos de la sociedad. Que pueda ver la relación entre el arte en todas sus manifestaciones, y la dimensión artística que existe en todos los seres humanos, independientemente que si hacen obras artísticas o no. Porque hay una necesidad de representar la realidad, y eso pasa en todos los seres humanos. Entonces, cuando uno entiende esas conexiones, creo que uno puede entonces cultivar mejor eso que llamamos la libertad, la independencia de criterio, y mantener el lazo con la colectividad, con los otros, porque cuando uno piensa por uno mismo, uno también necesita ponerse en el lugar del otro. Quién es el otro, y cómo piensa el otro, para que pueda haber un entendimiento mejor. Y luego, aprender a manejar las consecuencias de esos pensamientos y actos, porque si uno no está dispuesto a bregar con las consecuencias, sean negativas o positivas, uno no ha aprendido a pensar verdaderamente, porque ha desligado el pensamiento de los actos… la teoría de la práctica. Más o menos esos tres conceptos, pensar por uno mismo, ponerse en el lugar del otro, y aprender a llegar hasta las últimas consecuencias, como decía el filósofo Emmanuel Kant, creo que no haya cambiado mucho en el mundo contemporáneo de otros, no importa los cambios que hayan ocurrido intelectuales, culturales, científicos, etcétera. Para mí, lo que yo considero importante como profesor es eso. Para mí, los educadores tienen el deber de buscar que los estudiantes puedan desarrollar las habilidades de que puedan pensar por si mismos. Claro, dándole uno las distintas perspectivas, ángulos, etcétera.
No creo, ni me interesa convencer a nadie de las ideas mías. No me interesa tener discípulos, verdaderamente me interesa tener estudiantes. No quiero que me sigan a mí y que traten de seguir los pasos del maestro. Si lo hacen, no tengo control de eso, pero lo que es importante es abrirle el pensamiento, las posibilidades, las variaciones, las relaciones que han existido entre el proceso artístico y los otros procesos humanos, para que los estudiantes puedan, por ellos mismos, cultivar esa visión crítica, esa percepción, esa conceptualización, para que puedan forjar una obra, que tenga significado, y que no sea meramente mercancías que se venden, u obras que reflejan la ultima moda, o cosas que verdaderamente no tienen una base en la realidad que vivimos nosotros.
Uno nunca debe olvidar la experiencia de uno como estudiante. Porque unas veces uno ve al estudiante como si uno nunca lo hubiera sido, y vemos solamente lo negativo, y las características propias de una generación, y olvida que uno también fue parte de una generación joven. Creo que los estudiantes en Puerto Rico --y en mi caso, los de la Escuela de Artes Plásticas- reflejan un estado bastante global de la situación en las sociedades contemporáneas, en relación a las tecnologías, en relación a la disciplina de la lectura… veo que hay menos interés en leer en el presente que lo que había en la generación mía y en las generaciones anteriores. Eso es un problema, porque los estudiantes no tienen el interés, la motivación, el tiempo… algunas veces, en la escuela hay estudiantes que trabajan, tienen dos trabajos, y la transportación, sabemos como es en Puerto Rico… todas esas circunstancias determinan el tiempo accesible para dedicarlo al estudio. El otro problema que existe es la asistencia a clases. Hay muchas ausencias. Cuando yo regresé a Puerto Rico, noté que para muchos el jueves se convirtió en viernes. El jueves es el último día de clases; si tienes clases los viernes, la asistencia va a ser bien pobre. Todo eso va a determinar si el genio de estos estudiantes, si el potencial de ellos se va a cuajar. Porque uno no es artista solamente por el hecho de que tenga una habilidad, sino tiene que cultivarla. En todas las escuelas de arte siempre hay un por ciento muy bajito de artistas que van a continuar y ser “artistas serios.” Otros van a entrar a otras ramas, necesarias también. Sin embargo, uno siempre debe tener eso en cuenta para no despistarse, perder la perspectiva, y darle la oportunidad a todo el mundo. Luego cada estudiante va a decidir su destino: cómo va a ser su vida y su trayectoria.
Ahora, yo creo que en Puerto Rico tenemos, y creo que no hay mucha diferencia en el sentido del potencial de los estudiantes. Digo esto porque yo lo he observado en otras escuelas de arte donde yo he estado, inclusive en el Instituto de Arte de Chicago, que es una de las escuelas más prestigiosas. La diferencia entre las facilidades que hay, entre una y otra son intensas. Chicago es una ciudad que, aunque está en el centro de los Estados Unidos, alguna gente la llama provincial, aunque tiene más oportunidad y es más cosmopolita, que, digamos, el Viejo San Juan. Sin embargo, creo que en términos de potencial no hay mucha diferencia. Creo que tenemos tan buenos estudiantes en Puerto Rico como en cualquier parte del mundo, y con un potencial inmenso. A veces creo que las exhibiciones de estudiantes son mejores que las exhibiciones que hacen los artistas ya profesionales, porque hay una efervescencia… hay algo de naiveté, pero también hay una frescura, una inventiva, que no se nota en muchas otras exhibiciones, hay más vida en éstas. Yo creo que el material humano es excelente, lo que pasa es que los otros aspectos, las circunstancias, tienen un peso muy grande, y es lo que yo te dije: el decaimiento de la práctica de la lectura, el ausentismo, la necesidad que el estudiante tenga que para trabajar, la transportación… todo eso hace que las posibilidades sean menos que las que pudieran tener.
Yo coincido con una teoría de la educación que dice que cada individuo tiene unas necesidades específicas, especiales. Que no todo el mundo tiene un desarrollo igual. Yo creo en un desarrollo desigual: las sociedades, los individuos, etcétera, los tienen. Si el profesor tiene conciencia de eso, va a entender que lo importante es que tú le des una orientación a cada estudiante, de acuerdo a sus intereses, de acuerdo a su estilo, de acuerdo a sus preferencias, y que tú le puedas expandir el marco de posibilidades. En ese sentido, la motivación puede ser el profesor mismo. Puede ser que los estudiantes puedan aprender unos de otros… yo creo que todo está en cómo el profesor maneje todas las estrategias de enseñanza, ponerlas a funcionar de acuerdo a las necesidades específicas de cada clase, de cada estudiante, y del momento histórico.
Por ejemplo, si hay un tema específico que uno piensa que lo estudiantes tendrían interés en desarrollar… Por ejemplo, en una de mis clases yo sugerí el tema de la guerra, que estaba en la conciencia y la mente de de la gente. Entonces los estudiantes desarrollaron obras, tuvimos sesiones de crítica, para ver si la creación era demasiado literal, y entonces no podía tener algo que tuviera un sentido más metafórico,… yo creo que todo eso motiva a los estudiantes, para que ellos puedan ver el arte, no solamente como algo de galería, ser un artista “de cuadritos,” sino como una fuerza de influencia en el pensamiento, en la conciencia de una sociedad.
Yo no tengo verdaderamente… no puedo decir que tenga un pintor favorito. Podría decir que en Puerto Rico, el pintor, como pintor, que puedo decir que más me ha tocado, ha sido Carlos Raquel Rivera… pero hay un montón de pintores y pintoras… porque creo que en Puerto Rico creo que las pintoras son mejores que los pintores, especialmente las jóvenes…. Creo que hay muchos, pero creo que en términos de mi desarrollo, en términos del desarrollo de las imágenes, el color, la cuestión nacional, y cómo se inserta en el arte universal, Carlos Raquel es el que más me ha interesado. Desde luego, hay otros que para mí han tenido un interés especial.
Entre los autores, escritores, poetas, me pasa lo mismo. En mi experiencia personal yo estuve muy cerca a Juan Antonio Corretjer, porque yo estaba en la Liga Socialista, en mis años de estudiante, y eso ocupó una experiencia muy importante, bien significativa. La poesía de él es una de las más importantes, efectivas, significativas que recoge los aspectos importantes de nuestra historia, y, en términos de la musicalización también ha sido bien significativo… pero en general, yo tengo muchas amistades, poetas, novelistas, a quienes yo admiro, y respeto su poesía. Iván Silén, Ché (Joserramón) Meléndez, entre los contemporáneos… en términos de los otros escritores puertorriqueños, hay una gama de novelistas y poetas que han sido muy importantes en Puerto Rico…. Pero no tengo un favorito tampoco.
La clase que yo más detesté… en la universidad de Puerto Rico: biología, y fue bastante.. (ríe)
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